lunes, 9 de abril de 2007

Misiones de Semana Santa

(Primera parte) (Pendiente y sin revisión)

Felipe se encontró con Natanael y le dijo:

- Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en el libro de la ley, y del que hablaron también los profetas: es Jesús, el hijo de José, el de Nazaret.

Exclamó Natanael:

- ¿De Nazaret puede salir algo bueno?

Felipe le contestó:

- Ven y lo verás.”

Jn. 1, 45-46

Eran pasadas las seis de la tarde, en el cruce de las avenidas Lázaro Cárdenas y Guadalupe estaba yo en mi carro esperando a que la luz del semáforo cambiara a verde mientras miraba el panorama, avenidas de concreto hidráulico, gente que va y viene, camellones arreglados con arboles y en mi mente pasaron las palabras que frío se ve esto. Sin embargo, ahora que lo medito, aquel panorama de mi vida diaria no ha cambiado en lo mas mínimo, pero... yo si.

Hace diez dias estaba yo sentado en este mismo lugar preocupándome por como iba a hacer para llegar a la casa del Noviciado de la Compañía de Jesús en Ciudad Guzmán. Al final, termine levantandome a las 5:30 de la mañana, del sabado 31 de marzo, esperando alcanzar a llegar a tiempo para integrarme con algun grupo de misiones. Afortunadamente mis papas estaban despiertos para esa hora y me ayudaron bastante llevandome a la central camionera. Llegamos a la central a eso de las 6:20, y compre un boleto para el camion con salida a las 7:05. Vague un rato impacientemente por todo el modulo de la central, y finalmente a las 6:50 aproximadamente me dejaron entrar a la zona de abordar.

El camión resulto ser bastante cómodo, y comprendí que lo que hace realmente tardado el viaje en camión a Cd. Guzmán es que el camión recoge pasaje en tres estaciones antes de abandonar la ciudad. Cuando el camión llego finalmente a su destino decidí adoptar la postura de hombre de negocios con prisa, así que baje del autobús tan pronto como me fue posible, recupere mi equipaje camine rápidamente hacia la salida y tome el primer taxi que se me puso en frente. Mientras me posicionaba en el asiento del copiloto le dí los buenos dias al conductor que me respondió amablemente "Buenos dias. ¿Para donde va?", "A Manuel M. Dieguez" le respondí. "¿Qué numero?" pregunto de vuelta "tres cincuenta y cuatro" respondí mientras contemplaba el paisaje a mi alrededor.

El taxista movió su unidad con bastante ligereza a travesando las calles de la pequeña ciudad, mientras intentaba hacer algo de conversación con el sobre lo tranquilo del panorama y lo agradable del clima. Después de este punto perdí la noción del tiempo real, pero tanteo que debí de haber llegado al Noviciado Jesuita alrededor de las 9:30. El noviciado hace esquina con Manuel M. Dieguez y Eulogio Parra; la entrada esta ubicada sobre Eulogio Parra. Toque el timbre, y unos instantes después un muchacho con expresión entre burlona y cínica me recibió y me llevo con el resto, que se encontraban en el comedor. Alli estaba Poncho (la persona con la que había establecido contacto en el área de vocaciones dentro de la comapañi)a y un grupo variado de muchachos entre novicios y misioneros que estaban terminando de desayunar.

La casa era un lugar bastante agradable y amplio. Esta organizado en módulos, que son una serie de edificios medianos con habitaciones, y un modulo principal donde esta ubicado el comedor, la cocina, la biblioteca y una sencilla capilla; al menos hasta donde pude ver.

Después del desayuno Poncho nos indico en que grupo nos tocaría estar a los que estábamos en la terraza. Minutos mas tarde pasamos a la biblioteca donde pude conocer a los otros tres muchacho y los dos novicios que formaríamos el grupo para esta expedición. El lugar designado para este grupo de misioneros fue el rancho de San Francisco, que se encuentra ubicado a unos diez minutos de Tamazula, Jalisco.

El grupo de compañeros misioneros que fuimos a esta comunidad era, a mi parecer, bastante peculiar. Habia dos novicios de la Compañía que coordinaban al grupo. Uno de ellos es Eduardo, también conocido como el Hippie; novicio en su primer año con un carácter bastante interesante. Tiene una personalidad bastante agradable y un carisma impresionante para tratar con jóvenes y niños. El otro era Luis Enrique, un novicio en su segundo año. El tiene una personalidad agradable, da la impresión de siempre estar muy involucrado en lo que hace, y tiene bastante iniciativa.

En cuanto a los cuatro aventureros asignados para esta misión, puedo decir que encontré personas muy valiosas de personalidades y regiones muy diferentes. El mas joven del grupo fue Octavio, un muchacho de 16 años que vino desde Monclova, Coahuila. Un carácter tranquilo, de trato agradable y bastante maduro, a veces me resultaba dificil verlo como una persona tan joven.

En orden de edad le sigue Jesús. Un muchacho de 18 años que llego silenciosamente desde el D.F.. Alto, bien parecido, de cabello largo, callado, siempre pensativo (o contemplativo). En un cierto momento me recordó a mi forma de ser, y me pregunte si yo me veia de la misma forma en aquellos momentos de mi oscuro pasado en que prefería refugiarme en mis pensamientos.

Finalmente tenemos a Salvador, Chava pa' los compas; una persona sumamente amigable. Emprendedor, propsitivo, de vision positiva, inteligente y con bastante iniciativa. Hasta donde pude ver, la persona mas activa de los cuatro. El vino desde Aguililla, Michoacan, y cuenta 19 años de edad. Su personalidad sencilla hacia que estuviera entre los mas aclamados por grandes y pequeños.